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La campaña fantasma en la BUAP

Guadalupe Grajales

Guadalupe Grajales

Si es que se le puede llamar campaña a lo que hacen las fórmulas oficiales registradas

Licenciada en Filosofía por la UAP con Maestría en Filosofía (UNAM) y Maestría en Ciencias del Lenguaje (UAP). Candidata a doctora en Filosofía (UNAM). Ha sido coordinadora del Colegio de Filosofía y el posgrado en Ciencias del Lenguaje (BUAP), donde se desempeña como docente. Es la primera mujer en asumir la Secretaría General de la BUAP.

Hoy inicia el período de campaña de los candidatos(as) registrados(as) para representar a estudiantes, académicos(as) y trabajadores(as) ante el Consejo Universitario. Será una campaña fantasma como lo fueron el registro y la convocatoria y como seguramente lo será la elección.

Como lo habíamos previsto, el registro se hizo a modo. Las fórmulas con visto bueno no tuvieron ningún problema para inscribirse, pero las independientes no pudieron hacerlo: simplemente no les entregaron la documentación a tiempo. “¡Qué contratiempo, pero ya vienen las elecciones de los consejeros de unidad, ahí se pueden meter!” Como si los directores(as) que presiden las comisiones electorales tuvieran la facultad de repartir los premios de consolación.

Hace mucho tiempo que en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla las personas se han convertido en simples medios para lograr los fines de quienes ocupan los cargos más elevados de la administración, sean estos autoridades o funcionarios. Desgraciadamente las personas que aceptan este triste papel se creen afortunadas, “elegidas por los dioses”, y están dispuestas no a representar a su comunidad sino a “recibir línea”, sin importar lo que concierne al interés y a los problemas de sus representados.

Sin embargo, toda esta simulación de elección de consejeros universitarios tiene como contrapeso el genuino interés de miles de universitarios por hacer de nuestra institución algo más que un cómodo coto de poder. De qué tamaño será el teatro que en una encuesta somera realizada por compañeros estudiantes resultó que el 98% de los encuestados desconocía la convocatoria emitida por la rectoría el 9 de febrero pasado.

Dirán ustedes que en la campaña se darán a conocer las propuestas de los candidatos(as) registrados(as), pero la campaña durará escasos 5 días hábiles (cuando podría haber durado al menos el doble pues el registro fue el lunes 20). Será una campaña “mordaza” además de fantasma, pues ni siquiera sabemos quiénes se registraron y “su propaganda sólo podrá exhibirse en los lugares electrónicos específicamente autorizados para ello”, señala la convocatoria. Increíble. Ahora resulta que también la “autoridad electoral” pretende extender sus tentáculos a las redes sociales, cuando justamente las redes hicieron realidad el derecho indiscutible a la libertad de expresión.

¿Qué podría hacer la administración central si las fórmulas rechazadas para registrarse no sólo llamen a anular el voto sino organicen una votación en cualquier red? ¿Qué pasaría si los registros rechazados obtienen una votación importante? ¿Incluso si obtienen una mayor votación que los registrados “oficiales”?

Porque efectivamente el día de las elecciones hay que votar anulando nuestro voto. Claro, es muy probable que sólo haya dos fórmulas de estudiantes y dos fórmulas de docentes en cada unidad académica, y con un solo voto en su favor van a quedar. Pero ¿qué pasaría si el número de votos anulados es mayor que el número de votos obtenidos por las fórmulas oficiales únicas? Sería nuestra forma de decirles: “tú no me representas”.

Supuestamente es el plan de trabajo que presentan las fórmulas registradas lo que determina el que votemos por ellas, pero llegar no es sino el principio de una obligación. En estas circunstancias lo menos que podemos hacer es recordarles el artículo 51 del Reglamento del Honorable Consejo Universitario “Los miembros del Consejo Universitario son responsables en lo que respecta a sus actividades como consejeros ante sus representados y ante el propio Consejo.” Ni crean que van a ir nada más a levantar el dedo. Tienen la obligación de llevar ante este órgano colegiado nuestras propuestas, nuestras peticiones, nuestras iniciativas, nuestros proyectos y nuestras demandas.

La primera de ellas que exijan a la presidencia del consejo universitario que cumpla con lo establecido en el Estatuto Orgánico: sesiones ordinarias durante la segunda quincena de cada mes (artículo 9 del mismo Reglamento); sesiones extraordinarias exclusivamente para los asuntos señalados en el artículo 11, la razón es obvia, las extraordinarias sólo desahogan el orden del día con el que fueron convocadas y, “por Estatuto”, no se incluyen Asuntos Generales. Que cumpla asimismo con el artículo 13 y entregue con cada convocatoria del Consejo el acta de la sesión anterior.

No estamos pidiendo nada extraterrestre, pues el artículo 6 del mencionado reglamento prescribe la toma de protesta de los miembros del consejo en la que juran “cumplir y hacer cumplir la Ley de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, el Estatuto y reglamentos que de ella emanen…”

No quiero dejar de felicitar a los compañeros(as) de Sonora por los importantes avances logrados con la modificación a la Ley Orgánica 4, pero también quiero decirles que la lucha por la Reforma Universitaria no se agota con una legislación democrática, producto del consenso, como la que tenemos en la BUAP, pues siempre el aparato burocrático encuentra la forma de controlar a una población estudiantil despolitizada y a unos trabajadores(as) sometidos(as) a un salario precarizado producto de un sistema impuesto hace cuatro décadas en nuestro país. ¡Eso es lo que hay que cambiar!

¿No les parece a ustedes de la mayor importancia recordarles a los candidatos(as) registrados(as) que si llegan al consejo universitario tendrán que ganarse el título de representantes de sus comunidades actuando en concordancia con los intereses de sus representados?

e-consulta
Guadalupe Grajales
Ciudad de Puebla, Mx.
Martes 28 de febrero de 2023.

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