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Human Rights Watch denuncia abusos laborales y sexuales en la industria de las ‘webcammers’ en Colombia

Una modelo webcam se prepara para comenzar una transmisión, en Medellín, el 7 de julio de 2022. Chelo Camacho

La organización de derechos humanos investigó durante 18 meses cómo funcionan los estudios de la industria en Bogotá, Cali, Medellín y Palmira

Junto con Rumanía, Colombia es considerado uno de los países del mundo con más ‘webcammers’. Estas modelos eróticas digitales ejercen el trabajo sexual en plataformas web en las que un usuario paga por una interacción en video y en vivo. Se estima que entre 40.000 y 50.000 personas trabajan en el país sudamericano en esta industrial digital. Y, también como en Rumanía, los miles de modelos tienen pocos, cuando no nulos, derechos laborales. Así lo cuenta un reporte que ha publicado este lunes la organización defensora de los derechos humanos, Human Rights Watch (HRW), después de llevar a cabo una investigación durante 18 meses en las ciudades de Bogotá, Medellín, Cali y Palmira, enfocada en estudios de cuatro de las plataformas digitales más utilizadas: BongaCams, Chaturbate, LiveJasmin y Stripchat. “La explotación sexual no es inherente al modelaje webcam, pero nuestra investigación indica que el riesgo de explotación en los estudios colombianos es muy alto”, dice Erin Kilbride, autora del informe. HRW entrevistó a 55 personas que trabajan como webcamers, además de autoridades colombianas e investigadores que han hecho seguimiento al tema. Las y los modelos webcamers —si bien la mayoría son mujeres, hay hombres, tanto transgénero como cisgénero— fueron contactados a través de La Liga de Salud Trans y la Corporación Calle 7 Colombia.

El informe inicia por narrar los abusos laborales. De acuerdo con HRW, la gran mayoría de las personas entrevistadas señala que las condiciones laborales que tienen y los ingresos que reciben son diferentes a lo que creían antes de iniciar en esa labor. Indica que las plataformas suelen retener entre 50% y 65% de los ingresos generados por cada modelo. Luego, cuenta el reporte, las mujeres que suelen emplearse en estas plataformas no tienen acceso a computadores, cámaras digitales ni WiFi, y por eso alquilan un cubículo en los estudios que ofrecen las páginas web. Allí, sin embargo, las plataformas no solo cobran por usar sus herramientas de trabajo, como el computador, sino que lo hacen por un jabón o detergente que les permita estar en condiciones de salubridad óptimas.

“Muchas modelos de webcam dijeron a Human Rights Watch que habían desarrollado infecciones y erupciones cutáneas tras trabajar largas horas en estudios con condiciones antihigiénicas e instalaciones de aseo limitadas o inexistentes”, dice el informe. “Una vez toqué el teclado y estaba lleno de esperma o de otro líquido. Estaba obsesionada con cubrirlo todo con alcohol”, cita a una de ellas. El texto explica que varias personas empiezan sus turnos intentando limpiar el espacio de pelos, cenizas de cigarrillo o fluidos varios. “Había una epidemia de sarpullidos en nuestras manos y dedos a causa de los teclados sucios y no paraba de extenderse”, contó otra modelo.

Una modelo webcam se prepara para comenzar una transmisión, en Medellín, el 7 de julio de 2022. Chelo Camacho

También está el horario laboral. Algunas modelos declararon a HRW que los estudios las han obligado a transmitir durante 18 horas, sin descansos de más de 15 o 20 minutos, para mantener su acceso en la plataforma. Una de ellas dijo a los investigadores que “escondía bocadillos detrás del escritorio y de la cámara porque eran 10 horas sin descanso para comer y nos daba mucha hambre”. Estar fuera de la pantalla unos minutos es estar fuera del mercado, por lo que los dueños o administradores de los estudios ejercen una vigilancia constante, no solo al trabajo de las modelos webcam sino incluso a sus conversaciones con los usuarios. “María (un nombre falso) contó a Human Rights Watch que, además de su cámara de transmisión, la dirección también instaló cámaras de vigilancia en los baños, en los vestidores donde las modelos se cambian de ropa y en la escalera”, dice el informe.

Ese abuso laboral se convierte en varias ocasiones en abuso sexual. Las modelos técnicamente tienen derecho a cerrar una sesión si un usuario le está exigiendo ver actos sexuales a los que ellas no están dispuestas, pero en la práctica los dueños de las plataformas vigilan lo que piden los usuarios y las presionan u obligan a practicar esos actos. “Entre los ejemplos de tipos de fuerza y coacción se incluían que los administradores y monitores abrieran la puerta del cubículo de una modelo y la agredieran sexualmente ante la cámara después de ver que un cliente le pedía que introdujera a otra persona en transmisión”, cuenta el informe. Una de las webcammers dijo a los investigadores que temió por su vida cuando los administradores le presionaron a llevar a cabo una penetración con un objeto de vidrio que podía romperse.

“Algunos también quieren que haga cocaína, y el estudio la tiene disponible [así que el dueño la trae a mi cubículo]. Otros me piden que haga cosas con heces y que me corte las venas. Otros quieren verme sangrar durante mi periodo y ver mis toallas higiénicas. Los propietarios me acosaban constantemente y entraban en mi habitación para intimidarme y obligarme a hacer estas cosas. Me quejé y me dijeron que todos los estudios son así”, cuenta una de las modelos. Otros administradores presionaban a las webcamers para que se presentaran como menores de edad ante los usuarios que lo pidan, a pesar de que ellas no querían y esto va contra las reglas de las plataformas. Aunque todas las personas entrevistadas por HRW son adultas, algunas contaron que los estudios les permitieron empezar a trabajar cuando eran menores de edad, lo que también viola esas normas.

Justamente por eso, una de las grandes conclusiones del informe es que nadie conoce ni respeta las reglas de las plataformas. La enorme mayoría de las trabajadoras entrevistadas por HRW no conocían los términos de servicio de las páginas web para las que trabajan. BongaCams, Chaturbate, y Stripchat respondieron a HRW que tienen políticas para prevenir el abuso infantil, y negaron que haya abusos laborales en sus estudios. LiveJasmin no quiso dar una respuesta oficial.

El País
Camila Osorio
Bogotá, Colombia
Martes 10 de diciembre de 2024.

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