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Golpe de gracia a la Reforma en la Universidad de Puebla

La Universidad no es una empresa ofrecedora de servicios, tiene una función primordial que es la de garantizar la educación y el ejercicio de la libertad de expresión, asegura la maestra Guadalupe Grajales, candidata a rectora de la BUAP. (Foto Agencia Enfoque)

Guadalupe Grajales

• Ni la “unanimidad” del consejo universitario “elegido a modo” alcanzaría para legitimarlo

Ayer terminó la campaña fantasma “mordaza” en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla para elegir representantes de estudiantes, docentes y trabajadores administrativos ante el Consejo Universitario, máximo órgano de gobierno de la universidad.

Fue una campaña fantasma porque los votantes ni siquiera sabemos cuáles fueron las fórmulas registradas, mucho menos sus planes de trabajo o su concepción acerca de su tarea como representantes.

Será una elección fantasma porque no hay padrones públicos.

Será un remedo de elección porque se ha impuesto el voto electrónico, bajo el control absoluto del aparato administrativo y, por lo tanto, no será ni libre ni secreto.

Pero “se les pasó la mano”. Porque ahora, ¿cómo le van a hacer para que los universitarios voten? Con alguna participación mínima tendrán que rendir el “informe” del resultado de las elecciones. Bueno, están aplicando el viejo truco de la zanahoria y el garrote.

Acaba de salir la convocatoria de las becas alimenticias para los estudiantes, con un requisito tan absurdo como tener ocho de promedio. Pero eso es lo de menos. La convocatoria sale en medio del período de campaña electoral.

De la misma manera, los maestros(as) reciben mensajes: se les recuerda que tienen que subir sus programas y actividades a la plataforma para “darles seguimiento”. En pocas palabras, además de obligarlos a regalar su trabajo, pues la información que suben ya no les pertenece, a pesar de ser el producto de muchas horas de trabajo, les advierten que hay una oficina que los vigila y que será la encargada de informar de su trabajo para efectos de becas, promociones, definitividades, recontrataciones y todo lo que tenga que ver con su evaluación personal. Recuerden que en la BUAP la evaluación no tiene nada de diagnóstica, es absolutamente punitiva.

Y ¿qué han hecho las fórmulas registradas, la enorme mayoría de ellas oficiales y únicas? ¡Pues nada! No tenían que hacer absolutamente nada. Con su voto, el de las puras fórmulas, quedan. No necesitan del voto de nadie más. Pero, ¿no se vería eso muy feo? ¡Pues sí! ¿Qué hacer? Ah, pues tomar cualquier bandera de defensa de derechos, sobre todo de derechos de las mujeres que en estos días se conmemora, para hacer creer al electorado que serán adalides de la defensa de los derechos de los universitarios, cuando nunca se han dado a conocer dentro de su comunidad por defender a nadie. Los universitarios tenemos memoria y demandamos congruencia.

Más bien el quehacer político dentro de la universidad, si así le podemos llamar, se ha vuelto bastante burdo. A las y los estudiantes los infantiliza ¿por qué no hacemos una piyamada o nos regalamos amor en febrero o corremos el 8 de marzo?

En cambio, a los trabajadores académicos y administrativos se les recuerda su fragilidad laboral y su precariedad salarial.

Pero no por burda la politiquería deja de ser efectiva, pues éste no sería el primer consejo universitario “elegido” de esta manera ni tampoco la primera autoridad nombrada ilegítimamente.

En realidad, el objetivo central de la administración actual es darle el golpe de gracia a la reforma universitaria plasmada en la Ley de la BUAP y en su Estatuto Orgánico. Son ordenamientos demasiado democráticos para su gusto. Si por más de tres décadas han construido este imperio de absoluto sometimiento a sus designios, ¿por qué no “legalizar” y no sólo “normalizar” esta forma brutal de ejercer el poder? Así, mientras los universitarios sonorenses festejan el retorno a la reforma universitaria, en la BUAP intentan sepultarla.

Si ahora sufrimos toda clase de imposiciones, ¿qué no harán cuando tengan “todas las de la ley en la mano”? Obviamente en la BUAP las cosas están muy mal, pero no hemos tocado fondo. Piensen en el desabasto de medicinas, de médicos especialistas suficientes para atender a los derechohabientes; en la falta de recursos propios en las distintas unidades académicas. Pareciera que la administración ha dicho “rásquense con sus propias uñas”. Eso está sucediendo en toda la universidad cuando por primera vez en la historia del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades “Alfonso Vélez Pliego” se aprueba cobrar 500 pesos por un curso de “inducción” a los aspirantes a ingresar a los posgrados que el instituto ofrece.

Tenemos un presupuesto que se incrementa año con año, pero a los estudiantes se les sigue cobrando por todo y los trabajadores siguen siendo los peor pagados del país.

La desestructuración de la universidad que la administración central busca no es un asunto de cambios meramente legales, es la culminación de un proceso de deshumanización, de desconocimiento de las personas quienes son tratadas como seres sintientes sometidos al “estímulo-respuesta” y no como seres racionales, libres y autónomos.

¿No les parece a ustedes de la mayor importancia decirles ¡No! ¡Basta!, y anular nuestro voto en las próximas “elecciones” para decirle al aparato y a sus fórmulas oficiales y únicas que no legitimaremos el remedo de consejo universitario que quieren tener?

Guadalupe Grajales

Licenciada en Filosofía por la UAP con Maestría en Filosofía (UNAM) y Maestría en Ciencias del Lenguaje (UAP). Candidata a doctora en Filosofía (UNAM). Ha sido coordinadora del Colegio de Filosofía y el posgrado en Ciencias del Lenguaje (BUAP), donde se desempeña como docente. Es la primera mujer en asumir la Secretaría General de la BUAP.

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Guadalupe Grajales
Ciudad de Puebla, Mx.
Martes 7 de marzo de 2023.

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