Cartón de Maricruz Ruiz Gallut. Foto: Cortesía
- Con la derrota de los mexicas el 13 de agosto de 1521, comenzó la desaparición del universo indígena mesoamericano cuyos pueblos sucumbirían bajo el yugo europeo si bien, a la fecha, sobrevive uno de sus legados culturales más vigorosos: la lengua náhuatl.
- El nahuatlato franco-mexicano por la UNAM, discípulo de Miguel León-Portilla, asienta que la llegada de los españoles a Mesoamérica fue una invasión, convertida en conquista al someter a los pueblos indígenas a su voluntad, despojarlos de sus tierras y de la mayoría de sus elementos y paradigmas culturales –incluidos los tlaxcaltecas–, en una colonización cultural con la imposición del español. “Todos perdieron”, dice, pero al señalar que hay sesenta grupos indígenas hablando sus lenguas, el náhuatl continúa siendo la más importante para México.
Ciudad de México.- Con la derrota de los mexicas el 13 de agosto de 1521, comenzó la desaparición del universo indígena mesoamericano cuyos pueblos sucumbirían bajo el yugo europeo si bien, a la fecha, sobrevive uno de sus legados culturales más vigorosos: la lengua náhuatl.
Se trata de “una lengua victoriosa”, según la concibe el lingüista francés Patrick Johansson K. (Normandía, 1946), doctor en Letras por la Universidad de París (Sorbona), profesor de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y desde 2015 catedrático titular del Seminario de la Cultura Náhuatl de la UNAM, como sucesor de su maestro Miguel León Portilla, quien escribió en La visión de los vencidos (UNAM, Biblioteca del Estudiante Universitario, 1959):
Nahuas y mayas (…) no dejaron perecer el recuerdo –su propia visión–del más importante y trágico de los acontecimientos: la Conquista hecha por hombres extraños, que acabarían por destruir para siempre sus antiguas formas de vida.
“Los tlaxcaltecas y los mexicas hablaban náhuatl –afirma el políglota Johansson telefónicamente desde tierras normandas–. Teóricamente los primeros mantuvieron pequeñas ventajas en términos administrativos y políticos durante algún tiempo tras la catástrofe cultural que significó la Conquista, pero su mundo colapsó al igual que los mexicas. Tlaxcaltecas y mexicas perdieron su mundo aunque conservaron su lengua, y para mí el náhuatl es el último reducto que han preservado los indígenas hasta el día de hoy.”
Patrick Johansson aventaja a otros historiadores y escritores que han abordado la Conquista, no sólo por dedicar su vida a los estudios históricos prehispánicos, sino por descifrar los testimonios pictográficos y documentales de nuestras culturas nativas y hablar maya y náhuatl, además del francés, sueco, alemán, inglés y español. Entre sus libros: Festejos, ritos propiciatorios y rituales precolombinos; Ángel María Garibay. La Rueda y el Río; Voces distantes de los aztecas; Zazanilli, la palabra enigma. Acertijos y adivinanzas de los antiguos nahuas; Miccacuicatl: las exequias de los señores mexicas. La Academia Mexicana de la Lengua publicó hace casi un año su tomo de 779 páginas El español y el náhuatl. Encuentro de dos mundos (1519-2019), y Trillas La palabra florida de los aztecas.
“Los indígenas pensaban en imágenes, a tal grado que a veces al ver sus textos sentimos cómo ellos estaban cincelando palabras, sus pictogramas son como pinceladas fonéticas”, opina con orgullo. Después de todo, el académico nacido en Ruan hace 74 años posee nacionalidad mexicana.
México de mis orígenes
–¿Las ideas de Miguel León-Portilla ya han sido superadas?
–Al contrario, creo que siguen siendo totalmente vigentes. León-Portilla tuvo una visión muy amplia y una postura bastante equilibrada para explicar el problema de la invasión europea históricamente. Acerca del 13 de agosto de 1521 sostendría exactamente lo que fue: las alianzas militares y maquiavélicas con la diplomacia mortífera y la astucia que poseía Cortés vencieron a un mundo que pensaba de manera muy distinta. Los españoles, de manera horizontal, cronológica; los mayas y los aztecas, de manera circular, cíclica.
La cosmogonía de los tlaxcaltecas y los mexicas era la misma, insiste:
“El mundo náhuatl se refiere a la lengua pero también a todos los pueblos que ocupaban el territorio de Mesoamérica, nómadas del post-clásico que llegaron al Valle de Anáhuac a donde habían emigrado descendientes de los toltecas. Recordemos que Tula había caído un poco antes del año 1000, y varios de la diáspora tolteca llegaron a Culhuacán, por ejemplo, y también del otro lado de las montañas, entre ellos los chichimecas; pero no sabemos cómo se llamaban entre ellos. Aprendieron el toltecáyotl, la cultura y la lengua de los toltecas. Y después los mexicas, con los de Texcoco y los tepanecas de Tlacopan, formaron la poderosísima Triple Alianza. Digamos que todo arranca a partir de Moctezuma Ilhuicamina y luego Axayácatl, alcanzando su culminación con Moctezuma Xocoyótzin”.
Desglosa que el náhuatl es “una lengua franca que utilizaban todos los pueblos para comunicarse entre ellos”. Su investigación más reciente, De Aztlán a Tenochtitlan. La gesta fundacional de la ciudad de México (Academia Mexicana de la Lengua. Colección Horizontes, 640 páginas), la presentará durante la XXXVIII Feria del Libro IPN que estará dedicada a Bolivia del 30 de agosto al 8 de septiembre. Disiente de la definición de México acuñada por Gutierre Tibón (en “el omligo de la luna”):
“Cabe señalar aquí que el vocablo mxco que designa un ‘ojo de agua’ en la variantes dialectales de la Huasteca, corresponde a la pronunciación probable de México en tiempos prehispánicos. De hecho hoy en día se pronuncia de esta manera en muchas comunidades indígenas. Un ejemplo de ello es la versión del Himno nacional en náhuatl del profesor Alejandrino Osorio Osorio, quien pronuncia y escribe Mexko y no México. Por otra parte, José María Cabrera, escritor mexicano del siglo XIX, afirmaba que ‘los indios nunca dicen México, sino Mexco’.
Patrick Johansson K. relata en el capítulo “VIII.- Mxco-Tenochtitln”:
Entre todos los paradigmas que el carácter “arborescente” y el tenor inmanente del saber indígena definían, figuraba la filiación cosmológica de los acontecimientos. Lo que advenía no podía ser creado ex nihilo, sino que constituía la “transformación” cosmológica de un estado anterior. En este sentido, la fundación de México-Tenochtitln, o mejor dicho y escrito
Mxco-Tenochtitln, reproducía a un nivel microcósmico la creación macrocósmica del mundo (…) a la aparición del tunal y al descenso del águila se añadió otro acontecimiento: la inmersión del teomama (teóforo) Axoloa y su muerte en un ojo de agua, la cual reproducía un hecho cosmogónico: la muerte sacrificial de Xólotl, también en un ojo de agua, en el macrocontexto mitológico de la creación del sol, de la luna y del movimiento vital. Dicha inmersión es la que generó la dualidad Tlálloc / Huitzilopochtli del culto, la doble estructura del Templo Mayor, la fundación de México y en última instancia el binomio toponímico México-Tenochtitln.
Y adelante:
Los tenochcas emprenden entonces una exploración durante la cual Cuauhcóatl (Cuauhtlequetzqui) y Axoloa ven el portento anunciado: el águila posada sobre el tenochtli el cual, como lo vimos, manifiesta la llegada al lugar y la toma de poder de Huitzilopochtli…
Los “ojos de agua” mencionados podrían haberse creado por las lágrimas de Quetzalcóatl. Conforme a Johansson, “el axalotl, el ajolote, no es más que el gemelo de Quetzalcóatl, xolotl, que huyó y en el agua Quetzalcóatl lo mató, en su aspecto de ajolote. En la fundación de México-Tenochtitlan tenemos axoloa –que es ajolote– que se confunde pero el axolotl es Venus”.
En efecto, el águila simboliza al sol y a Huitzilopochtli, mientras que el tunal es una encarnación vegetal del hijo de la luna: Cópil, y se encuentra, por ende, en la órbita simbólica de Tlálloc. Pero lo esencial es aquí el ojo de agua mxco, oquedad ácuea en la Tierra-Madre dentro de la cual Tlálloc le habla a Axoloa y cuyo mensaje establece la dualidad religiosa que deberá imperar en lo alto del Templo Mayor, dualidad que se manifestaría verbalmente con el paso de Tenochtitln, a Mxco-Tenochtitln.
Remite a “Axoloa se sumerge en el ojo de agua”, en el Códice Aubin.
Hermanos enemigos
El 13 de agosto de 1521 (“Día de San Hipólito”) es una fecha simbólica que marca la caída del imperio mexica. A partir de entonces, cada año se realizará el paseo del pendón, o sea, una procesión con la bandera del ejército español por la rendición de Cuauhtémoc, hasta la Independencia. Johansson describe:
“Los hablantes del náhuatl ocupan lo que es hoy todo el centro de Mosoamérica desde la costa del Atlántico en Veracruz, por el Estado de México, Hidalgo, Morelos, hasta la costa del Pacífico en Guerrero. Los totonacos hablaban totonaco; pero los tlaxcaltecas hablaban también náhuatl y fueron los enemigos decimonónicos de los mexicas, la variante dialectal de ambos era muy ligera. También los de Cholula, huexotzincas y los de la zona poblana hablaban náhuatl. Los mexicas se extendieron lejos; por ejemplo, en El Salvador se habla el pipil, que es náhuatl, aunque no está muy claro cuándo se difundió este idioma y llegó hasta Nicaragua. Incluso podemos pensar que en Teotihuacan se hablaba náhuatl.”
Narra que al acercarse los españoles a Tlaxcala, allí Xicoténcatl Axayacatzin El Joven se lanzó a pelear contra los invasores; pero su padre, Huehue Xicoténcatl El Viejo, acordó con las cuatro autoridades de la república o señoríos de Tlaxcala unirse a los españoles.
“Posteriormente, cuando Cuitláhuac manda embajadas a los pueblos indígenas y a los enemigos de los tlaxcaltecas, tiene el atrevimiento de enviar una a sus enemigos acérrimos que eran justamente los tlaxcaltecas, y Xicoténcatl El Joven está de acuerdo en aliarse con Cuitláhuac; pero Cortés lo descubre y lo manda ejecutar. Es colgado.”
A este rebelde Xicoténcatl El Joven se refiere Alberto Jiménez C. en su himno Canto a los niños héroes (“y cantemos también a Xicoténcatl/ a su gesta valiosa y sin igual”). Avanza Johansson:
“Cortés llegó a México-Tenochtitlan el 8 de noviembre de 1519 y tuvo la osadía de entrar con los tlaxcaltecas, pues éstos no habían pisado suelo mexica más que para ser sacrificados en Guerra Florida. Las Guerras Floridas eran contra todos los poblados amigos de los tlaxcaltecas. Esa entrada equivale a decir que Moctecuzoma se daba ya por vencido.”
–¿Conquista, invasión, quiénes ganaron?
–Yo creo que primero fue invasión, pero se convirtió en conquista porque sometieron a los pueblos indígenas a su voluntad, y luego hubo una colonización también cultural con la imposición del español como lengua oficial de la Nueva España, y después de 1821 de la República mexicana. Todos perdieron, pero el náhuatl se mantuvo y sigue vivo.
“Los indígenas fueron despojados de sus tierras y de la mayoría de sus elementos y paradigmas culturales; sin embargo, hoy hay 60 grupos indígenas hablando sus lenguas, y ciertamente el náhuatl continúa siendo la más importante para México por su alcance cultural. Fue una invasión de la lengua española pero la lengua mexicana sigue, en cierto modo mestiza también. Por ello creo que el náhuatl es una lengua victoriosa.”
En suma: 1521 no fue un encuentro de dos mundos solamente geográfico, sino un encuentro de dos maneras de pensar. Concluye:
“Hablando de Conquista hay que reconocer el maquiavelismo de Cortés, sin duda, aunque también la valentía, el coraje de los conquistadores y los grupos indígenas en las luchas. La perspectiva debe ser histórica, no jugar con los calificativos ni colocar elementos axiológicos que no vienen al caso. Por ello es valioso recordar la fecha a 500 años políticamente; pero también y sobre todo, culturalmente, con la discusión académica entre historiadores, lingüistas, expertos, investigadores y profesores universitarios”.
Proceso
Roberto Ponce
Ciudad de México
Domingo 8 de agosto de 2021.
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