Javier Cravioto Padilla
La Cuarta Transformación (4T) se conformó por ciudadanos de enorme variedad en todos los aspectos. El movimiento social que, con gran vitalidad, permitió el triunfo de AMLO en las elecciones de 2018, se integró con una amplia pluralidad de personas por edades, por estudios, por género, por procedencia de partidos, por ubicación geográfica y actividad económica.
Este movimiento permitió la agrupación de muchos con un fin único: generar un nuevo modelo transformador que acabara con la brutal desigualdad que aflige al país y que combatiera el saqueo y la corrupción entronizados en los partidos históricos.
Entre estos ciudadanos llegaron personas que tan sólo usaron al partido para su fin particular, como es el caso de la senadora Lily Téllez, una mujer que nunca debió estar en este movimiento pero que llegó para cumplir un capricho. Una vez elegida senadora, traicionó y se mostró como uno caballo de Troya.
Otro caso, muy distinto, es el de Porfirio Muñoz Ledo. En mi opinión es una de las mentes políticas más brillantes de las últimas décadas. Un hombre de claroscuros. Pasó por el PRI de Luis Echeverría y de José López Portillo. Fue diplomático en la ONU y la UNESCO y encabezó, junto con Cuauhtémoc Cárdenas e Ifigenia Martínez, la fundación del PRD.
Siempre enojado por considerar que tanto el PRI como el PRD debían nombrarlo candidato a la presidencia de la República, la logró en 2000 con el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM). Pero no le fue bien, pues terminó declinando en favor de Vicente Fox. Al triunfo de éste, trabajó con el panista en proyectos para la Reforma del Estado y después como Embajador en la Unión Europea. En un viraje posterior hacia la izquierda, apoyó a partir de 2006 las campañas de López Obrador.
Al triunfo obradorista del 2018, Muñoz Ledo fue elegido por la Cámara de Diputados como su presidente para el primer año de la legislatura, por lo que encabezó la sesión de toma de protesta de Andrés Manuel López Obrador.
La caída
Después de su intento de ser reelecto en la misma posición de presidente de la Cámara, cuestión que no fue avalada por Morena, Muñoz Ledo empezó a hablar, con todo aquél que le diera micrófono, de sus profundas diferencias con la 4T.
Tiempo después, al no ser elegido para ser reelecto como diputado, se volcó en contra del presidente Andrés Manuel, del partido Morena, de la 4T y de todo lo que le representa el proyecto transformador que vive el país.
Muñoz Ledo se atrevió a acusar al presidente de intentar romper el orden constitucional y hasta lo comparó con Hitler. Hoy, cuando puede, lo combate en los medios de comunicación, que le dan la bienvenida gustosos porque ataca al presidente.
Muñoz Ledo no es un caballo de Troya, tan sólo es un hombre vencido por su enorme ego y dolido porque, al final de su vida política, otro y no él encabeza la transformación de México.
Polemón
Javier Cravioto
Ciudad de México
Miércoles 19 de mayo de 2021.
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